User: manuela10
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Descuento
El descuento es una operación de crédito que se lleva a cabo principalmente en instituciones bancarias, que consta en que éstas adquieren letras de cambio o pagarés, de cuyo valor nominal descuentan una suma equivalente a los intereses que devengaría el documento entre la fecha en que se recibe y la fecha del vencimiento. Con esta operación se anticipa el valor actual del documento. Existen básicamente dos formas de calcular el descuento:
• El descuento comercial.
• El ...
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Descuento
El descuento es una operación de crédito que se lleva a cabo principalmente en instituciones bancarias, que consta en que éstas adquieren letras de cambio o pagarés, de cuyo valor nominal descuentan una suma equivalente a los intereses que devengaría el documento entre la fecha en que se recibe y la fecha del vencimiento. Con esta operación se anticipa el valor actual del documento. Existen básicamente dos formas de calcular el descuento:
• El descuento comercial.
• El ...
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La repentina amistad de Amparo Moscote y Rebeca BuendÃa despertó las esperanzas de
Aureliano. El recuerdo de la pequeña Remedios no habÃa dejado de torturarÃa, pero no encontraba
la ocasión de verla. Cuando paseaba por el pueblo con sus amigos más próximos, MagnÃfico
Visbal y Gerineldo Márquez -hijos de los fundadores de iguales nombres-, la buscaba con mirada
ansiosa en el taller de costura y sólo veÃa a las hermanas mayores. La presencia de Amparo
Moscote en la casa fue como una premonición. «Tiene ...
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salvo la familia de Pilar Ternera, que ya habÃa tenido otros dos hijos de padres
desconocidos. Era en realidad una selección de clase, sólo que determinada por sentimientos de
amistad, pues los favorecidos no sólo eran los más antiguos allegados a la casa de José Arcadio
BuendÃa desde antes de emprender el éxodo que culminó con la fundación de Macondo, sino que
sus hijos y nietos eran los compañeros habituales de Aureliano y Arcadio desde la infancia, y sus
hijas eran las únicas que ...
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-El corregidor -dijo Úrsula desconsolada-. Dicen que es una autoridad que mandó el gobierno.
Don Apolinar Moscote, el corregidor, habÃa llegado a Macondo sin hacer ruido. Se bajó en el
Hotel de Jacob -instalado por uno de los primeras árabes que llegaron haciendo cambalache de
chucherÃas por guacamayas- y al dÃa siguiente alquiló un cuartito con puerta hacia la calle, a dos
cuadras de la casa de los BuendÃa. Puso una mesa y una silla que les compró a Jacob, clavó en la
pared ...
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exprimieron, torciéndola por los extremos, hasta que recobró su peso natural. Voltearan la
estera, y el sudor salÃa del otro lado. Aureliano ansiaba que aquella operación no terminara
nunca. ConocÃa la mecánica teórica del amar, pero no podÃa tenerse en pie a causa del desaliento
de sus rodillas, y aunque tenÃa la piel erizada y ardiente no podÃa resistir a la urgencia de
expulsar el peso de las tripas. Cuando la muchacha acabó de arreglar la cama y le ordenó que se
desvistiera, él ...
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En la entrada del camino de la ciénaga se habÃa puesto un anuncio que decÃa Macondo y otro
más grande en la calle central que decÃa Dios existe. En todas las casas se habÃan escrita claves
para memorizar los objetas y los sentimientos. Pero el sistema exigÃa tanta vigilancia y tanta
fortaleza moral, que muchos sucumbieron al hechizo de una realidad imaginaria, inventada por
ellos mismos, que les resultaba menos práctica pero más reconfortante. Pilar Ternera fue quien
más contribuyó a popularizar esa mistificación, ...
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«Estoy pensando otra vez en Prudencia Aguilar.» No durmieron un minuto, pero al dÃa
siguiente se sentÃan tan descansadas que se olvidaron de la mala noche. Aureliano comentó
asombrado a la hora del almuerzo que se sentÃa muy bien a pesar de que habÃa pasado toda la
noche en el laboratorio dorando un prendedor que pensaba regalarle a Úrsula el dÃa de su cumpleaños.
No se alarmaran hasta el tercer dÃa, cuando a la hora de acostarse se sintieron sin
sueño, y cayeran en ...
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-Alguien va a venir -le dijo.
Úrsula, como siempre que él expresaba un pronóstico, trató de desalentarÃa can su lógica
casera. Era normal que alguien llegara. Decenas de forasteras pasaban a diaria por Macondo sin
suscitar inquietudes ni anticipar anuncios secretos. Sin embargo, por encima de toda lógica,
Aureliano estaba seguro de su presagio.
-No sé quién será -insistió-, pero el que sea ya viene en camino.
El domingo, en efecto, llegó Rebeca. No tenÃa más de once años. HabÃa hecho el penoso viaje
desde Manaure ...
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De pronto, casi cinco meses después de su desaparición, volvió Úrsula. Llegó exaltada,
rejuvenecida, con ropas nuevas de un estilo desconocido en la aldea. José Arcadio BuendÃa
apenas si pudo resistir el impacto. «¡Era esto -gritaba-. Yo sabia que iba a ocurrir.» Y lo creÃa de
veras, porque en sus prolongados encierros, mientras manipulaba la materia, rogaba en el fondo
de su corazón que el prodigio esperado no fuera el hallazgo de la piedra filosofal, ni la liberación
Cien años de soledad
Gabriel GarcÃa Márquez
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del ...
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saforada pero momentánea de sus noches secretas. Pilar, sin embargo, rompió el encanto.
Estimulada por el entusiasmo con que José Arcadio disfrutaba de su compañÃa, equivocó la forma
y la ocasión, y de un solo golpe le echó el mundo encima. «Ahora si eres un hombre», le dijo. Y
corno él no entendió lo que ella querÃa decirle, se lo explicó letra por letra:
-Vas a tener un hijo.
José Arcadio no se atrevió a salir de su casa en varios dÃas. Le bastaba ...
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Se llamaba Pilar Ternera. HabÃa formado parte del éxodo que culminó con la fundación de
Macondo, arrastrada por su familia para separarla del hombre que la violó a los catorce años y
siguió amándola hasta los veintidós, pero que nunca se decidió a hacer pública la situación
porque era un hombre ajeno. Le prometió seguirla hasta el fin del mundo, pero más tarde,
cuando arreglara sus asuntos, y ella se habÃa cansado de esperarlo identificándolo siempre con
los hombres altos y bajos, rubios y ...
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niños resistieron el viaje mejor que sus padres, y la mayor parte del tiempo les resultó divertido.
Una mañana, después de casi dos años de travesÃa, fueron los primeros mortales que vieron la
vertiente occidental de la sierra. Desde la cumbre nublada contemplaron la inmensa llanura
acuática de la ciénaga grande, explayada hasta el otro lado del mundo. Pero nunca encontraron
el mar. Una noche, después de varios meses de andar perdidos por entre los pantanos, lejos ya
de los últimos indÃgenas que encontraron ...
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Cuando el pirata Francis Drake asaltó a Riohacha, en el siglo XVI, la bisabuela de Úrsula
Iguarán se asustó tanto con el toque de rebato y el estampido de los cañones, que perdió el
control de los nervios y se sentó en un fogón encendido. Las quemaduras la dejaron convertida
en una esposa inútil para toda la vida. No podÃa sentarse sino de medio lado, acomodada en
cojines, y algo extraño debió quedarle en el modo de andar, porque nunca volvió a caminar ...
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desmontar la puerta del cuartito, Úrsula se atrevió a preguntarle por qué lo hacÃa, y él le contestó
con una cierta amargura: «Puesto que nadie quiere irse, nos iremos solos.» Úrsula no se alteró.
-No nos iremos -dijo-. Aquà nos quedamos, porque aquà hemos tenido un hijo.
-TodavÃa no tenemos un muerto -dijo él-. Uno no es de ninguna parte mientras no tenga un
muerto bajo la tierra.
Úrsula replicó, con una suave firmeza:
-Si es necesario que yo me muera para que se queden ...
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José Arcadio BuendÃa, que era el hombre más emprendedor que se verÃa jamás en la aldea,
habÃa dispuesto de tal modo la posición de las casas, que desde todas podÃa llegarse al rÃo y
abastecerse de agua con igual esfuerzo, y trazó las calles con tan buen sentido que ninguna casa
recibÃa más sol que otra a la hora del calor. En pocos años, Macondo fue una aldea más ordenada
y laboriosa que cualquiera de las conocidas hasta entonces por sus 300 habitantes. ...
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Para esa época, MelquÃades habÃa envejecido con una rapidez asombrosa. En sus primeros
viajes parecÃa tener la misma edad de José Arcadio Buendia. Pero mientras éste conservaba su
fuerza descomunal, que le permitÃa derribar un caballo agarrándolo por las orejas, el gitano
parecÃa estragado por una dolencia tenaz. Era, en realidad, el resultado de múltiples y raras
enfermedades contraÃdas en sus incontables viajes alrededor del mundo. Según él mismo le contó
a José Arcadio Buendia mientras lo ayudaba a montar el laboratorio, la muerte ...
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Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano BuendÃa habÃa de
recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces
una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un rÃo de aguas diáfanas
que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos
prehistóricos. El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecÃan de nombre, y para
mencionarlas habÃa que señalarÃas con el ...